La rinoplastia, es una cirugía estética muy segura que pocas veces requiere de hospitalización y los riesgos en cuanto a complicaciones, son bajos, pero para evitarlos, hay que seguir todas las pautas que indiquen los médicos. Actualmente, es una de las cirugías más demandadas tanto por mujeres como por hombres y la mayoría, se realiza con fines estéticos, aunque también hay un gran número de casos en los que es necesaria por motivos de calidad vida y de salud.
Lo más común es que este tipo de cirugía, no cause complicaciones, pues como mencionábamos anteriormente, se trata de un proceso seguro, considerado incluso como rutina. Por ello, no significa que no cause molestias tras la operación o que no exija los cuidados propios de una intervención. Tal y como suele ocurrir en cualquier operación, el resultado de dicha cirugía también dependerá de los cuidados postoperatorios que se realicen.
Mediante la rinoplastia, se puede modificar el hueso de la nariz, la piel que la conforma o el cartílago de la misma y a la vez todas estas partes. Con este tipo de cirugía, no sólo se busca remodelar la nariz, sino también conseguir una armonía facial, por lo que se tienen en cuenta todas las facciones del rostro para hacer los cambios más precisos. Sin embargo, cuando el objetivo es corregir una anomalía de las vías aéreas nasales y a la vez cambiar el aspecto de la nariz, la cirugía se denomina septoplastia.
Además, la rinoplastia puede tanto disminuir como aumentar el tamaño de la nariz o también modificar la forma de la misma, hacer más pequeñas las aberturas de las fosas nasales o incluso transformar el ángulo entre la nariz y el labio superior de la boca. Existen dos tipos de rinoplastia, la abierta en la que se hace una incisión en la parte media de la nariz para acceder a las zonas profundas, y la cerrada, que se realiza mediante las fosas nasales y no requiere de incisiones externas.