La cirugía refractiva, es una de las mejores opciones que existen para solucionar varios problemas de visión, con el inconveniente de que no todas las personas pueden acceder a este tipo de intervención. Se lleva a cabo para corregir defectos visuales de refracción, un problema que tiene origen cuando la forma del ojo no enfoca como es debido, ocurriendo por causas como el cambio en la forma de la córnea, por el envejecimiento del cristalino… Los defectos más habituales son la hipermetropía, la miopía, el astigmatismo y la presbicia, ya que generalmente, son las que suelen causar una visión borrosa.
Cuando en la córnea y en el cristalino se presenta algún defecto, se produce una anomalía en la forma de la luz que penetra en el ojo y se proyecta en la retina, obteniendo un resultado de visión disminuida e inadecuado. Los problemas en estas lentes pueden compensarse como bien sabemos, de forma parcial, con el uso de lentes de contacto o gafas. No obstante, en los últimos años se ha desarrollado otro método alternativo como el que mencionamos, la cirugía refractiva. Este tipo de cirugía puede llegar a modificar la forma de la córnea mediante el uso de láser, pudiendo optar también por un implante de lente dentro del ojo para mejorar la visión, dependiendo claramente del caso y persona en concreto.
La cirugía refractiva podemos encontrarla de varios tipos y al tratarse de un procedimiento muy personalizado, se requiere de una serie de estudios previos para establecer la mejor opción para cada persona. Como dato importante a tener en cuenta sobre este tipo de cirugía, es que no se recomienda para todo el mundo, por lo que requiere cumplir una serie de criterios tanto físicos como psicológicos. Por otro lado, el paciente que quiera someterse a una cirugía refractiva, debe ser mayor de edad, tener una graduación visual estable en el último año y unas expectativas realistas frente a la intervención.