La regulación emocional, también se conoce por autorregulación emocional, la cual consiste en una serie de técnicas o estrategias que utilizamos, para controlar los sentimientos y emociones. Generalmente, es la capacidad que tenemos para flexibilizar nuestras reacciones emocionales, en las relaciones sociales. Se considera que una persona tiene una buena regulación de sus emociones, cuando es capaz de reproducirlas, manifestar y ajustarlas, en cuanto al contexto adecuado o cuando también, las puede retrasar e incluso eliminar.
Debido a las actividades y movimientos que realizamos en el día a día, nos exponemos a situaciones potencialmente excitantes, desde el punto de vista emocional. Emociones como la ira, el orgullo, la tristeza, el odio y la felicidad, las expresamos de forma frecuente, por lo que tenemos que modularlas, en función del contexto en el que nos encontremos. Por ejemplo, imagina que te encuentras en una reunión del trabajo, y recibes un mensaje con una noticia que te a puesto de mal humor, ¿Cómo actuarias? En estos casos, debemos saber controlar nuestros estímulos y reacciones, ante sucesos como estos.
Situaciones como la anterior, la experimentamos muchos días, al hablar con nuestra pareja, al interactuar con las personas en un supermercado, al esperar que cambie la luz del semáforo, al ver noticias en las redes sociales… Por todas ellas, siempre estamos regulando nuestras emociones de forma constante, ya que en la modulación está la clave, de saber controlar nuestros impulsos.
La regulación emocional, no solo se hace para poder encajar en la sociedad, sino que también para cuidar la salud mental, ya que de ello depende nuestro bienestar psicológico.