Probablemente, pienses que tienes muchos defectos, sin embargo, seguramente no lo sean realmente, ya que puede tratarse de un matiz que se rechaza por inseguridad y falta de aceptación. Muchos de nosotros, tenemos ese «algo» que nos hace sentir incómodos, algo que solemos disimular e incluso esconder, con maquillaje, ropa u otras capas, con tal de camuflar la inseguridad, la timidez o el miedo a no gustar.
Lo más sorprendente de estas realidades, es que cada vez es más a menudo etiquetar como defecto a un riesgo que nos define como personas o que forma parte de nuestros rasgos personales, pues por ello, no debería considerarse como una alteración, anormalidad o error que deba generarnos un autor rechazo. Actualmente, tenemos a nuestra disposición muchas más herramientas y elementos para poder disimular los defectos que consideremos, desde maquillaje y efectos de aplicaciones, hasta tratamientos estéticos. Pero… ¿es realmente necesario esconder un matiz tan nuestro?
Tras estas autoevaluaciones negativas, se esconde un problema de autoaceptación e inseguridad, pues los verdaderos defectos, no suelen ser percibidos a simple vista, hablamos de la irresponsabilidad, el egoísmo, el orgullo y la pereza, pues estos, si son aspectos que necesitan una sensibilidad entrenada para poder cambiarlos a mejor. No debemos olvidar, que además de tener múltiples defectos, también tenemos grandes virtudes, lo que conlleva en ocasiones, combinar todos aquellos matices contrapuestos que nos pueden hacer imperfectos, pero a la vez, nos hacen únicos.
Para saber si realmente se trata de un defecto o no, primero debemos saber si nos gusta o no nos gusta a nosotros mismos, pues la autoaceptación depende de la visión positiva que tenemos de nosotros mismos. Lo que otros digan de nuestra apariencia, debe ser ignorado si realmente, nosotros estamos cómodos con nosotros mismos.