La frecuencia cardíaca son las pulsaciones del corazón por minuto, es decir, las veces que el corazón se contrae. La velocidad de los latidos del corazón, se condicionan a diversos factores, pues la actividad física, las respuestas emocionales o las amenazas a la seguridad, pueden aumentar dichas pulsaciones y acelerar la frecuencia del corazón.
Este órgano, la máquina que no descansa, es capaz de bombear unos 70 mililitros de sangre por cada vez que late, y para ello, la musculación del mismo se contrae y relaja rítmicamente. Una frecuencia normal, no quiere decir que la persona esté libre de trastornos o enfermedades, pues la frecuencia cardíaca se mide para poder identificar posibles problemas que puedan estar generándose.
La frecuencia cardiaca normal, no tiene una cifra exacta, pues dependiendo de lo que se este haciendo, puede variar. Por ejemplo estando el cuerpo en reposo sin realizar actividad física, la frecuencia cardíaca bombea una menor cantidad de sangre, por lo que la media se puede situar entre 60 o 100 latidos por minuto. Esta cifra, no solo depende de lo que se esté realizando, pues también depende de la edad, de los hábitos saludables y de la alimentación.
Otros factores que alteran la frecuencia cardíaca son: las emociones, la temperatura del aire, el peso elevado, la posición corporal y algunos medicamentos.