En estas fechas, ya es muy común sufrir resfriados, ya que los cambios imprevistos de la temperatura al caer el sol, pueden afectar a nuestro sistema inmune. El cambio de una estación a otra, puede ser diferente a años anteriores, ya que últimamente el verano tarda más en irse, debido a que el cambio climático altera las estaciones, afectando por tanto a nuestra salud.
Al igual que en verano debemos cuidarnos de los golpes de calor, con la llegada del otoño también debemos ser previsivos y tener a mano una manga larga en todo momento, sobre todo cuando cae el sol y la temperatura comienza a disminuir. Las bajas temperaturas, pueden tener consecuencias graves en nuestra salud, ya que ocasionan que los vasos sanguíneos sufran un estrechamiento, afectando a la presión arterial y a la frecuencia cardiaca, siendo más problemático en aquellos pacientes que tienen riesgo cardiovascular, ya que aumentan las probabilidades de infarto de miocardio y la formación de trombos.
AL bajar la temperatura, la humedad en el medioambiente se reduce, lo que hace que la proliferación de virus y bacteria, sea más favorable, por lo que con ello se explica que durante el invierno, seamos más propensos a tener constipados, gripes o virus. Pero en realidad, no es el frío el que causa esta condición, sino el clima que promueve la proliferación de los microorganismos.
Como ya mencionábamos anteriormente, debemos tomar una serie de precauciones para prevenir que los cambios bruscos de temperatura provoquen efectos que dañen a nuestra salud, como por ejemplo no abusar del uso de la calefacción, llevar siempre una chaqueta o similar para cuando podamos necesitarlo, regular la temperatura ambiente del hogar y no abrigándonos demasiado en los lugares donde haya calefacción.