El cambio de hora, puede llegar a su fin, aunque este año, le seguiremos teniendo ya que cada vez queda menos para ello. En varias ocasiones, ya se ha hablado de las consecuencias que tiene el cambio de hora para nuestra salud y bienestar, una medida a la que se opone la mayoría de la población. Este año el horario de invierno, se producirá la noche del sábado 30 al domingo 31 de octubre, coincidiendo con el puente de todos los santos. Es entonces cuando habrá que retrasar una hora, todos aquellos relojes que no lo hagan de forma automática, tal y como ocurre con los teléfonos móviles inteligentes. Con ello, reajustaremos la jornada laboral a los horarios de la luz natural.
La llegada del otoño un año más, trae consigo el anochecer de forma temprana, haciendo que los días sean más cortos y reduciendo las horas de luz. Al amanecer más tarde, son muchos los que comiencen su jornada laboral aún de noche. La noche del sábado dormiremos una hora más, ya que a las 3 de la madrugada volverán a ser las 2. Esto se realiza en fin de semana, con el objetivo de tener el mínimo impacto, a nivel fisiológico y económico, pero aún así, son muchas las personas. que reconocen sentirse más cansadas y tener la sensación de cuando se viaja en avión a otro país con un horario muy diferente al que están acostumbradas.
Como es habitual, cada año se debaten los pros y contras de realizar estos cambios de hora, ya que producen alteraciones en los ritmos fisiológicos de gran parte de la población. Así pues, las consecuencias más comunes que tiene el cambio de hora para nuestra salud, son:
- Falta de concentración e irritabilidad. Al desregular la secreción de melatonina, el organismo se resiente y aparece el cansancio, la fatiga, la falta de concentración y la irritabilidad en muchas personas, ya que nos levantamos antes de la hora habitual, rompiendo la rutina de sueño y por lo tanto, afectando al descanso.
- Aumenta la sensación de cansancio. Este es el efecto más inmediato que se produce tras cambiar los relojes. Reside en la alteración de la secreción de melatonina, la hormona que regula el estado de vigilia y sueño, en función de la luz solar. Por lo que este cambio de hora, implica una mayor sensación de cansancio, al segregar mucho antes la melatonina.
Los ancianos y los niños, son los más afectados biológicamente tras el cambio de hora, pues la capacidad de los ritmos biológicos, varían en función de la edad. Estos grupos de la población, tienen una menor adaptabilidad, dado a que su sensibilidad es mayor ante los cambios hormonales.