El té de hierbabuena, es una bebida muy utilizada para calmar las molestias digestivas y varios tipos de dolores, elaborada a partir de las hojas de menta. En la medicina tradicional, es un remedio digestivo bastante conocida, ya que su consumo se asocia al alivio de las náuseas, la acidez, la hinchazón abdominal y la indigestión, pero además se le atribuyen otros interesantes beneficios. La planta y sus extractos con la que se elabora este famoso té, tienen poderes antimicrobianos, antioxidantes, hepatoprotector y antiinflamatorio.
Desde la antigüedad, el té de hierbabuena se ha empleado como complemento para promover el bienestar físico y mental. Aunque no se trate de un tratamiento de primera elección contra las enfermedades, su consumo resulta útil en cuanto a calmar algunos síntomas cuando se utiliza:
- Como equilibrio hormonal: aunque los desórdenes hormonales deben abordarse de la mano un especialista en ginecología, la verdad es que el consumo de este té puede ser un buen complemento con efectos antiandrogénicos.
- Para la salud digestiva: esta bebida contribuye a mejorar la digestión y a reducir síntomas como las náuseas, losa gases o los vómitos y a prevenir otros trastornos gastrointestinales.
- Como fuente de antioxidantes: el consumo de antioxidantes actúan en la prevención del daño celular causado por los radicales libres. También se relaciona con la prevención del envejecimiento prematuro y de las enfermedades crónicas.
- Para las infecciones bacterianas: gracias a la hierbabuena que tiene propiedades antibacterianas, favorece la salud de encías y dientes, por lo que este té también suele emplearse como enjuague para complementar los hábitos de limpieza oral.
- Para aliviar el estrés: el té de hierbabuena induce a la relajación ante episodios de estrés. Los extractos de esta planta exhiben efectos positivos en la disminución de los problemas de sueño y de la ansiedad.
El té de hierbabuena suele ser tolerado por la mayoría de los adultos, sin embargo, su consumo debe ser puntual y moderado. Hay casos en los que su consumo no está recomendado, como por ejemplo: en mujeres embarazadas y lactancia, patologías hepáticas, enfermedades renales, niños menores de cinco años, personas en tratamientos o fármacos sedantes y en pacientes con alergia a la menta.