La depresión persistente, también conocida como distimia, muchas veces está relacionada con factores biológicos, como el padecer una enfermedad crónica o simplemente la razón de que algún familiar la hubiese sufrido, eleva las posibilidades de riesgo, por lo que la causa más común por la que se padece, es debido a la genética. Se trata de un trastorno depresivo persistente, que trae como consecuencia, sentimientos de desesperanza, apatía, tristeza, cansancio físico, alteraciones en el descanso, cambios en el apetito…
La característica más resaltada de este trastorno, es que en gran parte de los casos, la persona que lo padece desarrolla todas sus obligaciones cotidianas, es decir, desempeña su vida laboral, escolar y social, con la diferencia de que no les resulta fácil de realizar como a otras personas, ya que lo hacen a modo de supervivencia. Estas personas, son conscientes de que algo les ocurre aunque tengan días mejores o peores.
Este trastorno últimamente, ha sido más analizado por varios investigadores, ya que sigue siendo bastante difícil de diagnosticar y cuando se hace, ya es tarde, pues la persona evidencia síntomas depresivos más graves. Los aspectos que se tienen en cuenta sobre todo, es considerar las causas por las que se ha desarrollado:
- Por genética familiar.
- Por enfermedades crónicas, como la diabetes, el cáncer o la artritis reumatoide…
- Por dificultades vitales, como el desempleo o la pérdida de un ser querido…
- Por la presencia de otros trastornos psicológicos, como ansiedad, bipolaridad o por adicciones.
Sea cual sea el caso, es imprescindible hacer todo lo necesario para que se diagnostique lo más pronto posible, pues aunque por el momento la depresión sea leve, ésta puede ir a más si no se trata como es debido.